“El tiempo que tiene el Masón es el tiempo dedicado al perfeccionamiento y a la reflexión personal, las mismas que nos llevarán indefectiblemente al conocimiento de nosotros mismos”, palabras del H:. Gerardo Bouroncle Mc Evoy.
Una de las herramientas que tenemos como punto de partida desde que comenzamos en la Masonería, es la vara o regla de 24 pulgadas y su simbolismo nos expresa varios puntos de vistas que atañan al tema presente.
Durante la masonería operativa, entre las herramientas de los constructores de la época se usaba la regla de 24 pulgadas para medir durante la ejecución de los trabajos; para nosotros como Masonería especulativa, este instrumento se lo concibe simbólicamente y por ello representa diversas interpretaciones. Las cuales pueden ser:
_Que es un elemento equilibrante o compensatorio entre el mazo y el cincel. _»Nada en exceso, todo en su justa medida».
_Representa la capacidad de medida, orden y valoración que debe adquirir quien desbasta la piedra bruta.
_En el sentido ético entendemos por regla, una norma que ha de regir la conducta; ella es sinónimo de rectitud, orden y la guía que debe regir nuestra vida masónica como expresión practica y constante de obrar con rectitud, aun habiendo caído, debemos levantarnos, tomarla, medir, calcular, trazar y así aprender de la Regla, el equilibrio en el conducir de nuestra existencia y la justeza de la relación con los demás. Nos recuerda constantemente que en el cumplimiento de nuestros deberes debemos medir nuestras obras, deseos, pensamientos y palabras, de modo que no se separen jamás de la mesura y la corrección.
_Simboliza las 24 horas del día, ésta medida nos lleva a buscar equilibrio en nuestra vida, dividiendo nuestro día de manera adecuada, a eso le llamamos los masones «la equidad» que se puede lograr de la forma siguiente: ocho horas para el trabajo que nos proporciona el sustento; ocho horas para nuestro esparcimiento e instrucción; y ocho horas para el reposo.
El camino de la perfección es largo, complejo y arduo en ocasiones. Donde nos podemos encontrar con numerosas dificultades de toda índole. Cuestiones externas directas e indirectas, personales e íntimas, que nos afectan y pueden alejarnos de la rectitud de esa herramienta simbólica. Este camino de perfección nos lleva tiempo transitarlo y para ello debemos ser eficientes durante este período. Tenemos que medir el resultado del aprovechamiento del tiempo. Ser consientes en cada minuto y momento. Lograr sentirnos en paz como estamos empleándolo.
Tomando al tiempo como variable de análisis y dejando fuera a teorías rigurosas que responden a la relatividad y a la física cuántica, esto en un marco acotado de exposición, tenemos las siguientes afirmaciones:
_Que el tiempo es uno de los recursos más valiosos.
_El tiempo avanza constantemente.
_No se puede retroceder ni atesorar para el futuro.
_Es imposible lograr que se desarrolle más lento o más rápido.
_Se utiliza como medición de lo que duran los sucesos.
_Con el tiempo, podemos organizar los hechos de manera secuencial y cronológica. Obteniendo un pasado, un presente y un futuro.
Ante estos postulados sobre el tiempo, personalmente, me atrae siempre abordar el tema a través de la meditación, que probablemente esté relacionado con el momento donde encuentro cierta paz o tranquilidad y distancia con lo cotidiano y su ritmo. En ese ámbito, se afirma que cuando se medita, se entra en un terreno que está más allá del tiempo y del espacio. A esta experiencia se la denomina mente sin tiempo. En meditación, la mente logra un estado en el cual el tiempo se detiene.
“La meditación es detener tanto el tiempo como la mente, y empezar de repente a elevarse a la eternidad. La eternidad no es parte del tiempo, ni de un pensamiento, sino una experiencia”. (2) La serena reflexión y el estudio de sí mismo, concluyen en la quietud y el silencio de la mente. Y en ese camino de calma, es cuando se va disociando la mente de lo circundante y el tiempo ya no se percibe ni como pasado, presente o futuro. Solo se está. Es ahí, cuando la sensación del tiempo detenido llega y se experimenta la meditación.
Volviendo a ver el tiempo y su administración desde la sociedad occidental actual, podemos enumerar algunas cuestiones a tener en cuenta como:
– Identificar metas y objetivos. Y plantear un modo de alcanzarlos.
– Lograr cierta organización o rutina para optimizar el tiempo.
– El tiempo puede ser un enemigo o un aliado si logramos ordenarnos.
– Hay que resolver a través de soluciones sencillas y eficaces. No caer en la indecisión.
– Prever situaciones futuras y decidir hoy, factiblemente genere ahorro de tiempo entre otros beneficios.
Nítidamente, desde aquí el tiempo se concibe como un recurso muy valioso, percibido desde la razón y el intelecto para aprovecharlo eficientemente.
Entonces, teniendo en cuenta las consideraciones precedentes y lo complejo que es tratar este concepto. No me resulta extraño que dentro de las numerosas interpretaciones de una de las tres herramientas principales con que trabajamos, esté presente el tiempo.